Desde muy pequeño me sentía atraído por aquello que no entendía, recuerdo las horas despedazando dispositivos electrónicos, analizando cada una de sus piezas, y alucinando mientras pensaba como a través de ondas podía transmitirse la voz en la radio o las imágenes en una tele. Entre otras inquietudes, siempre me sedujo el funcionamiento del mundo, de la economía y la empresa, su influencia en la sociedad y aportación a la evolución humana. Una forma apasionante de entender el mundo y el comportamiento social es a través de la inversión.
Una acción representa una parte alícuota del capital social de una empresa, entendiendo por capital social el valor de las aportaciones de los socios para crear y desarrollar esta empresa. Es decir, las
acciones confieren a su poseedor la condición de propietario y como tal, un accionista
tiene derechos como el derecho de voto en junta o el derecho de participar en los
beneficios.
Las empresas cotizadas en bolsa suelen tener dividido su capital social en un gran
número de acciones, de manera que cualquier persona puede comprar un número
determinado de ellas. De hacerlo, dicha persona pasa a ser propietario de ese negocio
directamente. Un poseedor de acciones, al ser propietario de una empresa, participará en los
beneficios generados por esta en una proporción igual al número de acciones que
posea.
Hace algún tiempo publiqué un primer comentario como opinión a «Bolsa y los Mercados Financieros» que podéis leer en este enlace. De la misma forma, también hay otra reflexión sobre como la bolsa era el activo más rentable y adecuado para rentabilizar nuestros ahorros a largo plazo, evitando que nuestros ahorros pierdan valor cada año. Existen numerosos estudios a lo largo de más de 200 años, que la inversión es bolsa es la inversión mas rentable, pero no tiene porque serlo a corto o medio plazo, aunque también es cierto, que el corto y medio plazo en sí, es relativo según para quien.